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sábado, 6 de julio de 2019

"CALILLA" PRIMERA PARTE


"CALILLA"

GORGONA, HISTORIAS HABLADAS

PRIMERA PARTE

Esta historia que añado a las miles de fantasías que se tejieron en derredor de la mítica isla Gorgona y a las muchas hazañas tipo "papillón", es la misma que hace años y de viva voz, "calilla", un hombre curtido por la vida y la violencia Gaitanista, oriundo de Belalcazar Caldas, me narró entre cigarro y cigarro y un silencio interrumpido a veces por un corto saludo de algún lejano conocido suyo. Sentados por horas en el café de "blanquiao" en un pequeño rincón que daba con el bello horizonte del valle del Risaralda, "calilla" fue entre los pocos reos condenados a prisión que pudo cumplir su sentencia y salir vivo de aquella perdida isla entre la manigua de la selva plagada de serpientes, viudas negras y tiburones que llegaban hasta la playa para devorar vivo a algún prisionero que se aventuraba a evadirse de la prisión de máxima seguridad situada en mar abierto a 35 kilómetros del punto más cercano del litoral Pacífico. __ "Si hubiera tenido la oportunidad de aprender a pensar para escribir, seguro Rubén que no te estaría contando esta historia, tal vez un libro de mi vida así como lo hizo "papillón" lo hubiera escrito con un puñado de dolor y arrepentimiento".
No puedo narrar la vida de "calilla" y su hermano Dorancé como protagonistas en la época de la violencia Gaitanista, aunque me di a la tarea de investigar que pasó, sé con certeza todo lo ocurrido en Belalcázar Caldas por aquellas calendas, pero mi interés no es retrotraer esta historia anclada en el tiempo y ya superada por la memoria y los recuerdos. Mi amigo "Calilla" al contarme sin cortapisas su vida, me estaba dando autorización para narrar su verdadera historia; prefiero al hombre de carne y hueso, al "calilla" que pagó su condena en una de las prisiones mas seguras y violentas del mundo; la forma de contarme su vida en prisión fue brutal, su imaginación no tenía fronteras pues poseía un estilo muy propio a pesar de su bajo nivel académico, me encantaba su manera de decir las cosas. Desde el mismo día que llegó al presidio y su constante necesidad de la libertad era increíble, la fuerza interior no permitió que su voluntad se quebrara, así logró sobrevivir a la ignominia, al abandono Estatal, a la ausencia total de familia y amigos; la búsqueda de su vida interior y sus aliados compañeros de prisión, fueron vitales para la supervivencia; el arrepentimiento, la verdad en la justicia de Dios le ayudaron a sobrellevar la carga de su conciencia y a limpiar su corazón de odio. Allí, solo ante el mundo y la vastedad del océano aprendió a amar a Dios y la naturaleza, esa fue la percepción de la vida en aquella soledad, nunca estuvo aislado porque a pesar de su crueldad con la vida, la vida misma le devolvió los deseos de seguir viviendo.
Yo aprendí a entenderlo, a conocerlo durante tanto tiempo que estuvimos conversando, me di cuenta de su dolor, del sufrimiento, pero no de aquel que lo tuvo condenado, sino del dolor causado por él a tantas personas durante su vida al margen de la ley. La verdad, en aquel momento me deja de interesar, porque descubro que empiezo a juzgarlo y, volvemos al camino, es ahí donde le agradezco muchísimo todo lo que me ha regalado abriendo sin tapujos su vida de hombre condenado en la isla Gorgona con pelos y señales. 
Esta crónica continuará...







"CALILLA", SEGUNDA PARTE


GORGONA, HISTORIAS HABLADAS
SEGUNDA PARTE
Belalcázar y la violencia
La llamada violencia que dominó la historia de Colombia entre el año 46 y 58 con la muerte de Gaitán (en el 48) no se acabó, y menos aún después de iniciado el Frente nacional porque se ha prolongado hasta hoy en sucesivas masacres y baños de sangre; en realidad, han sido la suma de muchas y variadas violencias: Políticas, sociales, económicas, religiosas y desde 1978 alimentadas por el narcotráfico. La verdad fehaciente, es que antes del 78, la violencia fue empujada por los gobiernos de diferentes épocas. En la presidencia de Alberto Lleras Camargo (1958-1962) cesó momentáneamente la crudeza de la violencia y se dio comienzo a lo que políticamente se denominó el Frente Nacional (1958-1974), que no es más que la alternancia del poder entre los partidos Liberal y Conservador. Pero fué en vano la estrategía política entre "godos y cachiporros" porque por el contrario, coadyuvó a recrudecimiento de la violencia, la libertad o el libre albedrío fué un paradigma incierto, los dogmas o doctrinas se transmitían hereditariamente entre el fanatismo religioso y el político, los Conservadores eran forzados por los obispos y los curas en los púlpitos y los alcaldes más sectarios hacían lo suyo, entonces empezaron a aparecer los antiliberales, anticomunistas, y por el lado Liberal las luchas agrarias armadas, los cambios políticos y el inconformismo social junto con la aparición del proletariado urbano y el Comunismo.
Para hablar de "calilla" es pertinente traer el recuento de la historia de la nación en aquella época de la violencia porque está íntimamente ligado a él, y sobretodo para entender su perfil como accionante. 
"Malaventurados los que en el gobierno ocultan tras la bondad de las palabras la impiedad para los hombres de su pueblo, porque ellos serán señalados con el dedo de la ignominia en las páginas de la historia". Jorge Eliecer Gaitán.
<La respuesta llegó dos meses más tarde, el 9 de abril de 1948 mataron a Gaitán>.
Ahí se dio comienzo a la violencia en Colombia, todo el pueblo liberal estalló en un gran apocalipsis de destrucción y de terror que en la historia Latinoamericana se conoce como el "Bogotazo" y en la Colombiana como "El 9 de abril". Antes, había dicho Gaitán, "A mí no me matan, porque si me matan no queda piedra sobre piedra".
Esa frase se extendió por toda la nación hasta llegar a Belalcázar Caldas, comenzaron las masacres, los desplazamientos forzados, violaciones a las mujeres (leer en bitacora sin final rubenht1952.blogspot.com/ crónicas de mi pueblo), los godos ricos del pueblo financiaron a los determinadores y así se inició una diáspora de la gente pobre, desprotegida y desarrapada del pequeño villorrio.
En ese vórtice de ignominia es donde nuestro protagonista tiene sitio, allí se tejió su historia y se escribió su condena, más adelante y después de pagar su deuda con  la nación y sus víctimas, "calilla" regresa a su pueblo para reencontrarse con su propia historia.
Esta historia continuará...


"CALILLA", TERCERA PARTE


TERCERA PARTE, 
LA SÉPTIMA OLA
GORGONA, HISTORIAS HABLADAS
Ya en mar abierto comienza la odisea y al desembarcar después de dos largas horas me encuentro entre el limpio cielo, el maravilloso verdor de la gran selva virgen y el mágico azul del océano pacífico, allí de enfrente, la isla Gorgona, la prisión de máxima seguridad que sería mi hábitat por los siguientes 25 años. En cuanto piso tierra firme dejo mi propio nombre e incluso mi alias para convertirme en el preso número 128 de los aún pocos condenados que habitaban la isla de la muerte; todo está marcado con este número, mi ropa y los útiles de aseo que podía usar, un rústico camarote sin colchón ni almohadas y un parapeto hecho de la madera de la selva donde acomodo mis pocas pertenencias; por supuesto que no conocía a nadie, pero por referencias oídas en la llegada entendía que estaba en un sitio maldito que alojaba a los criminales escogidos y más temibles de Colombia, a los que internaban en los calabozos para hacerlos pagar a un precio muy alto los delitos cometidos.
LLegué a la isla después de haber estado en una cárcel al interior del país donde empecé a pagar mi condena, de allí fuí escogido entre los pocos para inaugurar la prisión de la Gorgona en 1960 hasta 1984, año que cerraron la prisión y la fecha donde terminé de pagar mi deuda con la sociedad y la justicia.
Llegué de una vasta tierra que tenía un millón ciento cuarenta y dos mil kilómetros cuadrados, allí para mis delitos había mucho espacio, para luego tener que encerrarlos aquí en apenas un área ocho kilómetros de largo por dos y medio de ancho, sentía que me apretaba la conciencia, intenté arrancar de mi vida el oscuro pasado pero ante la imposibilidad de hacerlo, opté por enfrentar la realidad.
Antes, nada había sido fácil porque me tocó enfrentarme a la muerte para poder sobrevivir en muchas oportunidades en la cárcel donde empecé a pagar mi condena, aprendí a luchar para ganarme un territorio que no me pertenecía, así me volví un hueso duro de roer y de ésta manera se desencadenó un comportamiento agresivo que me acompañó por el resto de mis días, adquirí respeto y renombre entre los compañeros de presidio hasta que me llegó el traslado a Gorgona.
Ya en Gorgona las cosas fueron a otro precio, aprendí a convivir con el miedo, el mal carácter me trajo muchos problemas con los guardianes y algún otro preso, dormía con un ojo abierto y en el día era arisco como una fiera enjaulada, muchas veces me castigaron con el hueco, era un cilindro donde apenas uno se podía mover y estaba enterrado unos diez metros de manera que no se podía mirar hacia arriba, al medio día, el sol le pegaba en la cabeza durante unos diez minutos convirtiendo este castigo en un suplicio, muchos enloquecen del dolor, este escarmiento apenas duraba media hora.
Muchas veces en las salidas a la playa en compañía de otros presos y demás guardianes para recoger la madera que llegaba en la última ola, (dicen que es la séptima ola, aquella que le dio la libertad a "papillón), me retiraba a reflexionar por un buen rato, me quedaba quieto en medio de tan hermoso paisaje, pensaba en la paradoja de tener un destino tan lúgubre y desagradable en un lugar tan bello y exótico, estaba rodeado de naturaleza, pensaba, cuánto diera un cualquiera en territorio libre por un minuto de solaz recogimiento en medio de la vastedad del océano, entre el cielo azul y esta selva virgen...

Esta crónica continuará

"CALILLA", CUARTA PARTE


GORGONA, HISTORIAS HABLADAS
CUARTA PARTE
MIS DOS ALMAS
Nací en un hermoso e idílico pueblito del departamento de Caldas enclavado en las montañas andinas al suroccidente conocido hoy como el "Balcón del Paisaje"; por aquellos tiempos era un apacible villorrio donde "el tiempo no pasaba y la gente se moría de vieja o de alguna enfermedad consuetudinaria", eso escribió Gabo en "Cien años de soledad" para referirse a la longevidad y significar que "el tiempo pasaba sin que pasara".
La vida se olvidó de mí apenas toqué el infortunio, eso lo sentí estando muy joven, me di cuenta que mi hado estaba signado por la tragedia, no fuí lo que pude haber sido...,simplemente porque nunca fué; el sino implacable me desarraigó y me lanzó a la furia de la adversidad, la llama de la existencia se fue apagando lentamente desde que empecé a entender que la tragedia me tenía marcado el camino. 
La primera impresión que queda al estar sentado contemplando las maravillas de la naturaleza en las paradisíacas playas de mi prisión, es la grandeza de Dios representada en esta obra maestra que contrasta con la ruindad de la vida a mis espaldas; quisiera ser poeta para plasmar los millones de horizontes que ante mis ojos no caben y lo que en mi alma hierbe por la fuerza de la creación; mi paciencia en unos casos y la imaginación en otros me permite volar libre y sin ataduras, ese es mi secreto para no enloquecer cuando desciendo de la irrealidad, y empiezo a comprender que Dios a pesar del castigo que me inflige está conmigo, considero que ésta ocurrencia es una revelación; lo que no logro entender es que la soledad es un castigo para todo prisionero, menos para mí, porque he aprendido a ser libre estando condenado a la orfandad.
Cuando empieza a caer la tarde que en Gorgona es a la cuatro y nos disponemos a regresar al penal, comienza un espectáculo indescriptible que sólo yo puedo percibir, por lo menos eso creo, porque el resto de compañeros ignora el momento; es el majestuoso atardecer saturado de melancolía, en tanto que en los árboles umbrosos, las aves entonan una oración con sus hermosos trinos despidiendo el día.
Me he sentido obligado a creer que sólo estoy de visita al penal y que la libertad siempre ha estado allí presente desde que llegué a escasos pasos donde comienza este destierro, y que toda esta inmensa tristeza que siento, se quiebra cuando al día siguiente los rayos del sol aparecen imponentes por entre la majestad del paisaje. Pienso que tengo dos almas, la condenada que dejo en el penal triste y abatida, y la que guardo no sé donde dentro de mí ser, que es dulce y romántica y tempranamente sabia que ha sabido darle a mi existencia la esperanza para poder seguir viviendo. Sigo portándome bien y he cambiado profundamente después de haber sido un hombre arisco como una fiera, esto me ha servido para que el director del penal confié en mí y me recompense todos los días con el duro trabajo de recolectar leña, pescar y matar animales que más tarde servirán para alimentar a los 439 prisioneros. 
Esta crónica continuará


"CALILLA", QUINTA PARTE


QUINTA PARTE
GORGONA, HISTORIAS HABLADAS
"CALILLA"
EL SUPLICIO
Son muchas las cadenas que la justicia me ha colgado al cuello, pero las que más pesan y aprietan, son aquellas que he tenido que cargar por delitos que nunca he cometido, las arrastro a todas y también las rompo con valor y resignación. Esta isla hermosamente maldita a donde llegan a pudrirse los peores criminales de este país también ha sido castigada por los horrores de la guerra junto con todos los hombres condenados y guardianes, estos últimos, también escogidos y castigados por faltas a la disciplina carcelaria y llevados allí, para que paguen casi de igual manera la misma condena de los criminales. La isla Gorgona, la bella durmiente del pacífico Colombiano, estuvo condenada a ser el escenario de una cárcel miserable y también el pozo séptico de una guerra todavía más miserable porque fué habilitada para que allí llegue la peor escoria de la sociedad Colombiana. Creo que su maldito lastre lo hereda de su espeluznante nombre en Griego: "Gorgo" que quiere decir "terrible", despiadado monstruo femenino o deidad protectora, La Gorgona en vez de su cabello llevaba un racimo hirsuto de serpientes venenosas entrelazadas, quien osara mirarla quedaba petrificado.
Ya afuera pescando o cazando entre la manigua, desde allí, se oían los lamentos de los condenados a los que sometían a crueles suplicios e infamias, era la degradación del hombre contra el hombre; muchos murieron después de ser desmembrados vivos para luego ser enterrados en cualquier parte o simplemente tirados en medio de la oscuridad de la noche para que sirvieran de alimento a las fieras de la selva.
Las provocaciones, los insultos y humillaciones era el pan de cada día en este infierno llamado Gorgona, el irrespeto a la dignidad que si bien los condenados perdían incluso el derecho a su propio nombre y a sus prioridades como ser humano, parecería que tampoco tenían derecho a la rehabilitación, y no lo tenían, porque hasta la misma sociedad descansaba cuando por los medios de comunicación se avisaban "que próximamente saldrá un nuevo contingente de criminales hacia Gorgona", decían:" bendito sea Dios porque en ese lugar pagarán sus penas o pudrirán y serán comida para los tiburones". La sociedad ya los tenía desterrados ¿Y cuando a los muchos años de pagar sus condenas con la justicia y la misma sociedad a dónde llegaban, que ocurría?
El 16 de septiembre de 1960 llegaron los primeros condenados a Gorgona, entre ellos estaba "calilla", tenía que pagar 25 años en esta prisión de alta seguridad perdida en la inmensidad del océano y entre la manigua de la selva y a 35 kilómetros del litoral, "llegamos al muelle donde fuimos recibidos por un teniente de la policía, un tal Castillo, un vulgar asesino que no dudaba en apretar el gatillo,
"No te has desvanecido,
las letras de tu nombre
son una cicatri
z que
no se cierra, un tatuaje
de infamia sobre ciertas
frentes". Octavio Paz
"Dejé mi nombre y mi vida anterior al llegar a Gorgona, sólo entra en la maldita prisión un ser desposeído, sin presente y menos sin futuro, un animal condenado con el número 138".
Ni siquiera la iglesia Católica tenía acceso a ella, no porque estuviera restringido, sólo llegaban a dar misa cada tres meses hasta la entrada de la prisión, los curas nunca entraron porque nosotros los 659 presos  no teníamos derecho a oír misa, habíamos quedado invisibilizados incluso para Dios...,
La cotidianidad era insoportable, la asfixia duele, destruye, cuando nos dan el uniforme nos deshumanizan y reemplazan nuestro yo por otro más malo, nos violentan por dentro y multiplican nuestro instinto asesino; me siento haciendo el papel de estúpido cada vez que me agreden y no respondo, eso es lo que ellos quieren, que reviremos con violencia para que los malditos guardianes tengan el pretexto para torturarnos".
Esta crónica continuará...

"CALILLA", SEXTA PARTE


SEXTA PARTE

GORGONA, HISTORIAS HABLADAS

INTERREGNO

No es tan fácil reconstruir la memoria histórica, más aún cuando desde el análisis de lo no sabido y no contado, se tiene que acudir al victimario y que sea precisamente él, quien pueda contar la verdad, eso resulta contradictorio y paradójico, pero de todas maneras sus experiencias e historias se convierten en testimonios, la naturaleza del aislamiento, el dolor físico y mental, la incapacidad para reaccionar antes y después del suplicio, todo esto lo recojo para ir reconstruyendo el pasado; a eso acudo y esa es la única alternativa que me queda después de haber confrontado sus historias con las de mis otras fuentes incluyendo la de mi padre, qepd, que por días y noches mientras lo tuve a mi lado, pudo  satisfacer la necesidad de darme a entender y a saber y de su inagotable memoria, el intríngulis de la violencia gaitanista en el pequeño villorrio escenario de este cruento suceso. La mejor manera de saber si el camino es el correcto, es con el análisis de la confrontación de las verdades a medias contra las verdades plenas. "A veces las mentiras son necesarias cuando la verdad es muy difícil de creer", es como ir sumando y restando, al final la verdad tiene que salir ganando. Esa premisa es la que se usa jurídicamente en los acuerdos de paz, "verdad, justicia y reparación" ¿Y quienes dicen la verdad?__  Tienen que ser los mismos victimarios confrontando la verdad con la de las víctimas, es así como funciona la justicia transicional, desgraciadamente en el actual proceso de paz no se ha dado.
No estoy juzgando a nadie, ese no es el objetivo de mi trabajo como redactor, eso ya lo hizo la justicia en su sabiduría, lo que estoy tratando de hacer es reconstruir la verdad histórica, la memoria histórica con un acervo de vivencias acaecidas y olvidadas en este pueblo y en esa determinada época anterior y ulterior, y digo olvidado, porque así sucedió, el Estado después de que propició y empujó la violencia Gaitanista e inundó de sangre principalmente el sur y centro del país incluido Belalcázar Caldas y cuando la guerra cesó por un largo tiempo  mirando hacia otras fronteras de la patria, nuestro pueblo quedó marginado, olvidado y sólo aparecía como un pequeño punto en el mapa de la geografía Colombiana, pasaron varios lustros, décadas quizás, para que el Estado se acordara que Belalcázar aún existía con las secuelas de la violencia, el dolor  de sus muertos y sus gentes deshumanizadas. Todos los Belalcazaritas quedaron con sus "cuerpos vulnerados", porque jamás hubo un reconocimiento, una reparación y lo más grave, la verdad también quedó vulnerada y olvidada.

"Y el sueño no se duerme sino que camina
con mirada frenética clamando el tiempo"
Óscar Wilde

[Después de 30 largos años no olvidé la idea y el compromiso adquirido con "Calilla" y conmigo mismo, aunque fue muy difícil porque tuve momentos indecisos, logré dejar en unas letras esta historia no escrita y olvidada de Belalcázar, la cual me he propuesto recogerla en pedazos muertos y dispersos para luego revivirlos y dejarlos plasmados en esta crónica narrando la verdad de lo que por mucho tiempo ha sido guardado celosamente por sus propias gentes al través de los años, esta historia tiene que continuar porque no puede quedar inconclusa, otras vivencias tendrán cabida en mis páginas porque la riqueza histórica de Belalcázar y sus gentes al través de los tiempos es inconmensurable.
Al volver la mirada después de casi cuarenta años de ausencia me preguntaba que quería hacer y a dónde quería llegar con mi regreso, empecé a visitar la Casa de la Cultura y su biblioteca, descubrí que mi pueblo no tenía pasado, las vivencias y sus gentes sin historia estaban invisibilizadas, y quise con gran anhelo reconstruir su memoria pero jamás recibí un respaldo sincero de las autoridades del municipio; eso era un gran proyecto literario, implicaba problematizar la noción de la sociedad Belalcazarita y cómo o de qué manera podríamos acercar su pasado al presente desde lo marginal hasta lo más importante. Eso es lo que deseo hacer para devolverle a sus gentes su pasado].

Esta historia continuará... 
   


"CALILLA", SÉPTIMA PARTE


SÉPTIMA PARTE

GORGONA, HISTORIAS HABLADAS

"LA MEMORIA EN EL ESPEJO"

[Después de la narración inconclusa de la sexta parte y de meterme en honduras sociológicas, retomo ése capítulo, muchos de ustedes esperan que yo sea juez y parte y, me vuelque implacablemente para condenar a "calilla" nuestro protagonista, pero no será así, ya la justicia hizo en su majestad lo suyo y mi interés no es otro que narrar los hechos de una manera tranquila y desprovista de revanchas y odio.
Decía "calilla" en aquel capítulo que, al entrar a Gorgona y reseñar su nueva identidad porque su nombre de pila desaparecía para convertirse en el condenado número 128, se destruye al hombre, su pasado y presente y su inmediato futuro, a su familia y con ella los sentimientos, y lo reencuentra con su condena y sus delitos, el Estado lo desconoce como ser inteligente y lo convierte en una peligrosa fiera supeditado a la acción violenta en todo su entorno, al grito despiadado, a la humillación a la injuria y lo hace artífice de su propia deshumanización].
Al perder mi identidad y ya al interior del penal, me encontré con mi celda, tan pequeña que sólo había cabida para una cama de concreto sin colchón ni almohada, el retrete y un burdo escaparate construido con la madera de la manigua, saqué un pequeño espejo que llevaba en el fondo del morral, lo coloqué a mi altura sobre la pared para dejar grabada en "la memoria del espejo" la última imagen de mi cara y la nueva con la identificación número 128; guardé el espejo para no reencontrar
mi pasado y lo volví a colocar en la pared para cuando recuperé la libertad ver de nuevo mi verdadero rostro después de 25 largos años, se lo aseguro, ese no era yo, había cambiado mi cara pero también mi alma después de tanto sufrimiento.
Al momento de entrar a la celda, me sentí un ser miserable y dominado por el miedo, algo que nunca había experimentado en mi vida, incluso, cuando ejecuté a mi primera víctima en una humilde casita rural de mi pueblo, el cuerpo me temblaba y comenzaron como en una alucinación a dibujarse en las paredes todos los momentos inhumanos que pude haber provocado por el sectarismo partidista y mis absurdos sentimientos, ésta, era la bienvenida que me tenía deparada Gorgona, esta primera noche no pude dormir, al otro día muy temprano y antes del desayuno, los mensajes de terror en la prisión llegaban con los gritos de otros prisioneros sometidos a la más crueles torturas, yo estaba en la fila esperando el turno, amarrado de pies y manos me colocaron boca abajo y empezaron a tatuarme los brazos y la espalda con un cuchillo, ese era el mensaje aleccionador para que no se me olvidara en donde estaba.
A las 4: pm, era la comida, que consistía en un pedazo de carne de mico hervida con arroz, luego comenzaba el encierro, ya en la noche los policías por rondas hacían custodia por el pasillo, unos en la pasarela elevada y otros en el primer piso, iban y venían observando cualquier movimiento, había que contar con el buen genio del policía para hacer la necesidades fisiológicas y si el hombre por la urgencia se levantaba sin permiso, se ganaba el derecho a un“plantón”, que consistía en permanecer de pie absolutamente quieto una hora o más, y si intentaba explicar o protestar, lo pasaban al calabozo por insubordinado; un desvelo, una fiebre o un dolor no daban derecho a moverse mucho en el incómodo camastro porque también esto era motivo para el “plantón".
Lo más aterrador era que después de afectar el cuerpo con torturas, encierros y demás manifestaciones en contra del prisionero, también el alma era atacada, cuenta "calilla" que, Jorge uno de sus pocos amigos y confidentes que era un hombre de 35 años, más o menos la edad de él, vivía en estado de angustia permanente, en grado de pánico que pedía ayuda para no volverse loco. Necesitaba ser trasladado al continente donde los médicos lo pudieran tratar, el médico ya hacía dos meses había pedido su traslado para Bogotá y desde entonces permanecía en el calabozo. El diagnóstico del Director reforzado por el Teniente fue bien distinto: “ese h.p. es un drogado y lo que necesita es palo para que deje el vicio”.
Las primeras semanas son las más duras, aparte de que los guardias provocan la insurrección de los prisioneros para tener la disculpa de torturarlos, yo por otro lado me la jugaba con el resto de prisioneros para marcar territorio, éramos una jauría de hienas hambrientas y a punto de dentelladas logramos sobrevivir, había un nivel dentro del penal, era una jerarquía que hacía respetar su espacio, debido a ello, me sometieron a distintos vejámenes cuyo dolor era insoportable; un día por una pelea con otro prisionero me enviaron al "botellón", un espacio que medía 2.30 metros de profundidad por 0.70 metros de diámetro y que se rellenaba de agua hasta la mitad con la intención de que los reclusos no pudieran sentarse, no obstante, colocaban una plancha de cemento que cubría la parte superior del botellón, sentenciado no solo al aislamiento, sino a la oscuridad completa y a la falta de higiene, lo que traía enfermedades graves que con el tiempo y la acción del agua, la piel se  descuartizaba y la falta de aire y de luz afectaba su vista y su salud mental. Cuando terminé de pagar mi condena, mi vista había disminuido en un 70%, mis últimos años los pasé en la ceguedad total debido a estos inhumanos castigos.

Esta crónica continuará...













"CALILLA", OCTAVA PARTE




OCTAVA ENTREGA
GORGONA, HISTORIAS HABLADAS
"EL DOLOR DE LA LIBERTAD"

"Los castigos no estaban establecidos dentro del reglamento interno de Gorgona, lo imponía cualquier policía y esto respondía a la ira o al odio de quién lo aplicaba; llegué a estar 70 días metido en un calabozo totalmente desnudo, en esas circunstancias le quebraban la voluntad al hombre más duro que hubiera en el penal".

No existe libro de anotaciones de los castigos, literalmente la historia de Gorgona se escribe sobre la piel de los muertos y en la memoria de los condenados que terminan siendo insensibles, pierden el conocimiento de la vida, no existen sueños ni ambiciones, es decir, no había forma de rehabilitación alguna, la idea era la destrucción del hombre como tal, defino que, para los prisioneros existen dos cuerpos, el físico que llega a Gorgona, que se violenta e infama, y el que se va moldeando a punta de sufrimiento y rituales de dolor.
Nada de lo que pasaba al interior del país se sabía, de pronto cuando llegaba alguna visita importante o con el sacerdote que venía a oficiar misa cada tres meses y en el sermón nos informaba de lo más importante, con el tiempo, fue habilitado el patio dos para este evento porque antes sólo la misa se daba desde la entrada del penal; allí, nos dimos cuenta que Gorgona sería cerrada y clausurada como prisión, pero lo que sí sabíamos con seguridad y certeza era que muchos presos que habían cumplido su condena testificaron ante el ministerio de justicia las atrocidades y castigos a los que éramos sometidos los condenados al interior de la prisión, eso sucedió por intermedio de un alto funcionario del ministerio que llegó con una comitiva para corroborar las denuncias, empecé a contar los días, cada uno de ellos significaba una esperanza porque además, creía que mi infierno en esta isla maldita muy pronto llegaría a su final por condena cumplida.
Con un cincel empecé a grabar en la pared de mi celda esta frase: "Hubiera preferido la mordida de una serpiente venenosa en medio de la manigua", pasaron 7 días, y en esa hermosa y azul mañana, por el parlante de la cárcel, dieron una orden de hacer fila, pensé que nos iban a torturar porque dos días antes uno de los prisioneros intentó fugarse de la prisión; me formé y nos hicieron caminar por el estrecho pasillo por donde 25 años atrás había entrado a la prisión, vi a muchas personas no identificadas de Gorgona, llegué hasta la ventanilla conocida por todos como "la sexta", que era una pequeña abertura por donde le entregaban a un prisionero llamado estafeta la escasa correspondencia que le llegaba a los prisioneros, también por primera vez en los últimos 25 años oí que me llamaron por mí propio nombre, Sr. "José Jesús Naranjo...." allí sólo me entregaron mi cédula y un papel que decía: "Providencia de libertad plena por pena cumplida". No me inmuté, sólo creí que estaba en medio de una febril pesadilla y que era otra más de las crudas burlas de la isla prisión Gorgona". Jorge mí inseparable amigo me empujó, desperté de la obnubilación y comprendí que era real lo que estaba viviendo, al socaire del compañero que marchaba al frente llegué a otro salón donde me entregaron una caja con ropa nueva, zapatos y algunos útiles de aseo, luego regresamos a los patios donde sólo había un policía que patinaba (caminaba) de muro a muro como lo hacíamos todos los prisioneros, lo miré e imaginé cuantas veces le dí la vuelta al mundo en 25 años en ese ir y venir patinado de aquí para allá y regresando como un sonámbulo durante todo el día, tuve tiempo para regresar a mis épocas pasadas, a las andanzas al margen de la ley, no sólo tenía que reparar con mis 25 años de prisión la injusticia causada, sino, aliviar un poco mi alma, Gorgona no pudo a pesar de tanto sufrimiento, eliminar el poco rastro de humanidad que me quedó al pisar este infierno.

"...Y el sueño no se duerme sino que camina
con mirada frenética clamando el tiempo"
Balada de la cárcel Reading: Oscar Wilde.

"No pagué lo que debí haber pagado, si tuviera que regresar a resucitar a los muertos lo haría y a cambio por cada uno de ellos cavaría mi propia tumba". Ese día miré a los apagados y cansados ojos de José Jesús, abracé al hombre no a sus pecados y entendí, que uno no nace si no una sola vez en la vida y que sólo nosotros somos los hacedores de nuestro propio destino. Jamás volví a ver a José Jesús, me cuentan los paisanos de mi pueblo que él recorría las calles desandando los pasos que lo llevaron a la prisión Gorgona apoyado en un bastón, murió cansado, viejo y ciego, aparentemente tranquilo al lado de su familia, la justicia lo libró de morir en prisión solo y abandonado, no sé si su conciencia haría lo mismo. José Jesús, donde te encuentres, cumplí al pié de la letra mi compromiso contigo, después..., muchos años después y a pesar de muchas vacilaciones, escribí tu historia, espero que en algo sirva como testimonio para bien o para mal. 

FIN DE ESTA CRÓNICA
Bibliografía e investigación, Gorgona, isla prisión reconstrucción de memoria.

Agradecimientos a mi padre Luis Enrique que desde el cielo me escucha.
Agradecimientos a las fuentes reservadas.
Agradecimientos a Ángel María Cardona.

Esta crónica está escrita como homenaje a todas las víctimas que dejó la violencia Gaitanista y al pueblo Belalcazarita.
Escrita por.

Rubén Darío Herrera Tangarife
Cronista, ensayista y poeta