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sábado, 6 de julio de 2019

"CALILLA" PRIMERA PARTE


"CALILLA"

GORGONA, HISTORIAS HABLADAS

PRIMERA PARTE

Esta historia que añado a las miles de fantasías que se tejieron en derredor de la mítica isla Gorgona y a las muchas hazañas tipo "papillón", es la misma que hace años y de viva voz, "calilla", un hombre curtido por la vida y la violencia Gaitanista, oriundo de Belalcazar Caldas, me narró entre cigarro y cigarro y un silencio interrumpido a veces por un corto saludo de algún lejano conocido suyo. Sentados por horas en el café de "blanquiao" en un pequeño rincón que daba con el bello horizonte del valle del Risaralda, "calilla" fue entre los pocos reos condenados a prisión que pudo cumplir su sentencia y salir vivo de aquella perdida isla entre la manigua de la selva plagada de serpientes, viudas negras y tiburones que llegaban hasta la playa para devorar vivo a algún prisionero que se aventuraba a evadirse de la prisión de máxima seguridad situada en mar abierto a 35 kilómetros del punto más cercano del litoral Pacífico. __ "Si hubiera tenido la oportunidad de aprender a pensar para escribir, seguro Rubén que no te estaría contando esta historia, tal vez un libro de mi vida así como lo hizo "papillón" lo hubiera escrito con un puñado de dolor y arrepentimiento".
No puedo narrar la vida de "calilla" y su hermano Dorancé como protagonistas en la época de la violencia Gaitanista, aunque me di a la tarea de investigar que pasó, sé con certeza todo lo ocurrido en Belalcázar Caldas por aquellas calendas, pero mi interés no es retrotraer esta historia anclada en el tiempo y ya superada por la memoria y los recuerdos. Mi amigo "Calilla" al contarme sin cortapisas su vida, me estaba dando autorización para narrar su verdadera historia; prefiero al hombre de carne y hueso, al "calilla" que pagó su condena en una de las prisiones mas seguras y violentas del mundo; la forma de contarme su vida en prisión fue brutal, su imaginación no tenía fronteras pues poseía un estilo muy propio a pesar de su bajo nivel académico, me encantaba su manera de decir las cosas. Desde el mismo día que llegó al presidio y su constante necesidad de la libertad era increíble, la fuerza interior no permitió que su voluntad se quebrara, así logró sobrevivir a la ignominia, al abandono Estatal, a la ausencia total de familia y amigos; la búsqueda de su vida interior y sus aliados compañeros de prisión, fueron vitales para la supervivencia; el arrepentimiento, la verdad en la justicia de Dios le ayudaron a sobrellevar la carga de su conciencia y a limpiar su corazón de odio. Allí, solo ante el mundo y la vastedad del océano aprendió a amar a Dios y la naturaleza, esa fue la percepción de la vida en aquella soledad, nunca estuvo aislado porque a pesar de su crueldad con la vida, la vida misma le devolvió los deseos de seguir viviendo.
Yo aprendí a entenderlo, a conocerlo durante tanto tiempo que estuvimos conversando, me di cuenta de su dolor, del sufrimiento, pero no de aquel que lo tuvo condenado, sino del dolor causado por él a tantas personas durante su vida al margen de la ley. La verdad, en aquel momento me deja de interesar, porque descubro que empiezo a juzgarlo y, volvemos al camino, es ahí donde le agradezco muchísimo todo lo que me ha regalado abriendo sin tapujos su vida de hombre condenado en la isla Gorgona con pelos y señales. 
Esta crónica continuará...







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