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martes, 14 de marzo de 2023

 MORIR VIVIENDO

Todas las mañanas al amanecer, al anochecer, a toda hora, desde la pequeña ventana de enchinado de esta casa tan antigua como la fundación del pueblo miro la inmensidad del vasto horizonte, fuera de las áreas grises y sobre la línea que divide la frontera del acá, y del más allá…, tan perennes como la creación, está la fascinación que no he descubierto. Es la perdurabilidad del todo que se transforma y vuelve a su estado natural, qué importa que hayan pasado millones de años, ese paisaje que pareciera que no cambiara nunca, muta permanentemente sin darnos cuenta, es la metamorfosis de la creación, por eso es eterna. Ese proceso de transformación natural que dura tiempos casi eternos, lo revierte el hombre incapaz de crear pero sí de destruir en tan solo pocos años, me he dado cuenta desde esta pequeña ventana que las caídas del sol sobre el océano pacifico que duraban media tarde en verano, en el crudo invierno, es un inmenso abisal que desinfla el sol en tan solo unos minutos, el fenómeno del niño y de la niña han provocado cambios drásticos en el comportamiento incluso del sol. Ya no existe verano porque el cambio climático transfiguró un espectáculo que con mi percepción, mi alma y mis sentimientos he podido plasmar en mis escritos con toda su magnificencia, tengo notas de ocasos maravillosos que solo mi retina y mis poemas tienen guardado, hay momentos irrepetibles y que no he podido volver a presenciar, lo más triste es qué…, ya es tarde para revertir este proceso.