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viernes, 21 de julio de 2017

APROVECHA CADA SEGUNDO QUE NOS REGALA LA VIDA




MI PERRO Y YO


Me ha despertado el olor a fresca mañana muy temprano, eran las 5:30 am cuando abrí los ojos y el sol ya se despuntaba en el oriente, me levanté, calenté un poco de agua de panela y luego saqué la cabeza por la estrecha ventana de la cocina, me gusta sentir el olor a naturaleza limpia del nuevo día, el aire estaba impregnado a mariguana, la maravillosa fragancia de los dioses que expele mi bello árbol de tres meses.
Me dispuse a calentar mi cuerpo con estiramientos de los músculos para iniciar mi acostumbrada caminata matinal, salí y más adelante me encontré con mi fiel compañero de cuatro patas un hermoso labrador que suele acompañarme hasta la entrada al monumento a Cristo Rey, no sé, pero es muy extraño que sólo me siga hasta allí, se queda mirándome hasta que me pierdo en la distancia, al regreso está en el mismo lugar donde lo dejé, le pregunté al despachador de la estación de gasolina qué hace mi amigo mientras regreso y me contesta que se sienta en el mismo lugar y de allí no se mueve, al volver, mi perro me ve y empieza a mover la cola y a ladrar de felicidad, empezamos juntos el regreso y cuando llegamos al primer sitio de encuentro se para en el rellano de la acera y me mira ladeando un poco la cabeza como intentando buscar una despedida, me saca una sonrisa y eso basta para hacerlo feliz, luego me dice hasta luego con un fuerte ladrido y se pierde en la callecita paralela en donde solemos encontrarnos.
Ayer cuando llegué lo vi sentado en la acera de enfrente donde acostumbro a encontrarlo en las mañanas, yo iba acompañando por un campesino trabajador de finca, el perro me miró pero esta vez no salió a mi encuentro sólo hasta que paré y me despedí del campesino, mi amigo inicio una veloz carrera hasta alcanzarme, no puedo imaginarme que actitud tiene mi perro en el momento que me espera y no aparezco, he querido averiguar quién es su amo pero a esa hora los vecinos del sector están dormidos o atareados pero con las puertas de las casas cerradas.
Este es un hermoso empezar mañanero, no cargo afanes, además, a esta edad no tengo por qué estar corriéndole a nadie, mi Ofelia está aún dormida a mi regreso, me quejo porque es muy temprano y no tengo sus buenos días en mi oído, ni su boca sobre la mía para abrir mis ojos, pero yo sé que en el fondo lo tengo todo ¡lo tengo todo y lo sé...! no puedo quejarme de su no presencia a esa hora, porque la llevo conmigo allá donde siempre voy hasta que... ¡hasta que se levanta y se une conmigo a mi día, a nuestro día, a nuestra fiesta diaria sin necesidad de invitaciones!
Hoy es un día de esos que roza la perfección dispuesto por las pequeñas cosas que hacen sentir que todo encaja, que todo esto merece la pena vivirlo en cada segundo que nos regala la vida.