TESTIGO DE MI PROPIO ENTIERRO
CUENTO
Dicen que te tienen miedo, pero todos salen a hacerte compañía, los
caballeros elegantes con sus mejores trajes, las mujeres con sus escogidos
vestidos y untadas de sus fragantes colonias, los niños, los vendedores, las
beatas con sus rosarios de cuentas y la uña del pulgar desgastada de tanto
separar los eslabones, los alcohólicos, y los que acostumbran a enterrar a los
muertos, todos salían de la iglesia y otros muchos esperaban en la plaza del
pueblo rodeando mi féretro, y tú con tu entrecejo fruncido y tus flores, tú con
el funesto color negro y tu silencio sepulcral, estás ahí escoltándome como una
vieja amiga; me conoces desde antes, creo que si no me falla la memoria desde
un 3 de agosto de 2003, esa vez te quedaste como una fiera observadora, con tu
cabeza hueca y nauseabunda esperando para ver cómo moría, cómo exhalaba mi
último suspiro, pero sabes que no te tengo miedo, sabías que era un duro, y que
he batallado contra mil formas de morir, maneras que tú te has inventado, tu
asquerosa nariz chata a rosando mis labios, por eso ni siquiera pestañeaste, es
un decir, porque tú no tienes pestañas, sólo una órbita hueca adorna tu fría
mirada desde los confines del infierno.
Esta vez todos salieron a mirarte atraídos por tu misterio, era un día de
sol radiante y la gente salió vestida con sus mejores atuendos sólo para estar
de cerca, todos salieron a tu encuentro, más temprano que tarde lo hacemos
cuando nos toque el turno, los que no estaban en la plaza, salieron a los
balcones sólo a mirarte, y los otros en la calle querían tocarte, esa maldita
manía de estar empujándose a empellones unos a otros sólo para saciar la
curiosidad. No existe muerto malo, pero no faltan los malpensados que se tapan
la cara en señal de reproche al paso del féretro.
Siempre desfilan los personajes del pueblo, el político que nunca fue un
buen político y que no le cabe una investigación más en su malhadado
curriculum, el ladrón del pueblo, el carnicero, el panadero, el chofer, el
borracho que llegó a la velación de mi cadáver para ver cómo se tomaba un trago
de más, las viejas beatas y chismosas que no van a rezar por mí, sino, a
dañarle el honor a la primera dama del pueblo y a levantarle calumnias a todo
el mundo, y así…, sólo siempre existe un personaje central después de todo, y
eres tú, sólo tú, porque los presentes y hasta los ausentes solo hablan de ti.
¿Y por qué…? A ti te buscan por esquiva, por ambiciosa, por ser quién eres,
porque eres la que una vez más te vas llevando a todo el mundo, al rico, al
pobre, al Papa, al ortodoxo, al creyente, al ateo, a la mujer bella y lasciva,
a la fea impúdica, al sabio, al ignorante, al anciano, al niño. ¡Antes…! los
enterraban con todo el oro del mundo, apertrechados para el largo viaje, en
cambio yo, llevo un paraguas, porque en el infierno también llueve, así como en
el cielo hay alegría, allí me soltaré de ti, muerte inmunda.
__ ¡Tú eras como todos! __ me dijo __ vivías corriendo y escapando de mi
abrazo para llegar al final del camino y darte cuenta que desde que naciste
estás maldito, tenías el pasaje desde antes y ese era tu destino y el de los
demás, están contados uno con otro, y yo sola sé qué número le corresponde a
cada uno, yo decido cómo, yo decido cuándo, yo tejo la mortaja desde las
sombras, ese es mi secreto, no dejar que la luz te alumbre por completo, y que
se vaya apaciguando lentamente…, ese es un buen destino, mejor llevarte que
dejarte con suplicios, mejor que vivir huyendo de la otra muerte.
__ ¡Eres estúpida muerte! __ Contesté __ algunos te ven sólo al final, yo
te he visto toda la vida, desde que nací, por eso no te temo, porque te conozco
abyecta muerte, vivo y sigo viviendo porque no he muerto todavía…, allí en ese
féretro no estoy yo, te he engañado de nuevo, sigo vivo y coleando, no podrás
llevarme porque sigo creciendo, reinventándome y soñando, y mientras esto
suceda subyace mi inmortalidad por encima de ti, muerte sombría.
¡Qué paradoja…! Crees que eres la muerte y te vas sintiendo más viva
siempre, pero en realidad te vas deshaciendo en el camino, y te vas diluyendo
hasta llegar a mí convertida en una asquerosa muerte viva, casi invisible, no
has podido, llevas días, semanas, años colándose por cualquier resquicio de mi
vida, te posas en mi ventana sin dejarte atrapar y vuelves a desaparecer por un
tiempo, así como en el pasado, tratando de llenar mis espacios vividos.
Tú misma lo has dicho, te esperaré, pero, se han ido mis padres, los amigos
y lo único que me ha quedado es mi dolor, un corazón hecho pedazos, sólo vivo
con mi lado izquierdo, pero con este me basta. Ojalá algún día decida por fin
llevarme a mí primero, antes que a los que amo.