Vistas de página en total

martes, 23 de julio de 2019

HISTORIAS HABLADAS




ENSAYO

HISTORIAS HABLADAS

PRIMERA PARTE

EVOCACIONES DE UNA EXPERIENCIA SIN TIEMPO

"Mi vida no tiene prisa, es como la lenta y serena corriente del gran río que regresa al mar"
Whitman

Existe un lugar fantástico en mis lejanas vivencias, un pedazo de tierra muy mío, un paraje que seguiré guardando en mi memoria para siempre; quién iba a creer que este encantador pueblecito pudiera cambiar tanto con el inexorable paso del tiempo; y es que por aquellos lejanos días el tiempo no pasaba, parecía anclado, amanecía más temprano y anochecía más tarde; claro, éramos niños, luego adolescentes __ ¿Qué nos podía importar el tiempo? nuestros mayores nos dejaron crecer y ser pero siempre aferrados a sus convicciones conservadoras, a las formas de ver la vida más distinta que la actual libertad de conciencia o al fallido libre desarrollo de la personalidad transgredido por el libertinaje.
No sé sí mi generación de individuos es mejor o peor que la actual, es muy difícil hacer esa comparación porque es un gran abismo el que nos divide, antes, pensamos, discernimos y concluimos nosotros mismos, hoy esa lógica está desplazada por la revolución tecnológica actual y, ésta, concluye reemplazando al autómata en que han convertido el humanoide de hoy, esas son las costuras invisibles y frágiles que desunen a varias generaciones de seres humanos. 
He querido regresar al pasado pero de una manera distinta, deseo hacerlo con los ojos cerrados y la mente bien abierta para ir redescubriendo lo que dejé de ver cuando viví con tanta intensidad mi vida de niño y de joven y aún de adolescente, sumergirme en el Belalcázar entre los años 50s y 70s. Estoy parado frente a una pequeña ventana que da al inconmensurable horizonte y bajo el eterno domo azul que cubre a mi pueblo, es verano, luego de un intenso y trágico invierno que azotó gran parte del país dejando muertos y damnificados por todas partes. La imaginación es dadivosa y me ayuda a evocar las vivencias que necesito para empezar a escribir, en este íntimo espacio personal elevo la mirada para ver en el anchuroso cielo las formas azules profundas de la nubes, los matices púrpuras derrapados entre los cirros, naranjos sueltos que filtran su luz por entre cualquier intersticio tejiendo arreboles parecidos a motas de algodón y que luego estallan en millones de colores por los confines del  horizonte, muy hondo, en la soledad de mi pensamiento me llegan voces que me invitan a escribir para no dejar que se pierda el momento, siempre habrá un marco espectacular en este plácido paisaje que se desperdicia porque no existe quién lo inmortalice, un poeta, un escultor con su cincel que pueda esculpir el instante, ese momento fugaz que jamás se repite en este majestuoso y paisajistico entorno.
En esta maravillosa tierra nací hace 67 años por allá en los inicios de los años 50s, por esa razón tengo un largo cuento por escribir en compañía de mi socia "la vida" que aun vieja ha resistido para seguir viviendo al lado mío, hemos estado por muchos años juntos a pesar de las contingencias, situaciones que se han sorteado con valor y deseos de seguir caminando por ese duro sendero del destino; por entre mi estrecho mirador puedo observar el hermoso valle del Risaralda circundado por el río que lleva su nombre, serpenteando de norte a sur discurren sus frías aguas entre guaduales y amplios meandros tallados por la fuerza de la corriente y el paso inexorable del tiempo, no existía el monocultivo de la caña de azúcar, había una alfombra verde primaveral con inmensos potreros cargados de ganado vacuno y uno que otro equino que pastaba plácidamente; agua, mucha agua limpia y transparente que nacía en la partes altas de la sierra y bajaba en pequeños raudales por los ariscos faldones de nuestra tierra, las quebradas del Cairo, el águila y el Guamo entre otros muchos nacimientos para alimentar el caudal del Risaralda que a su vez ofrendaba sus aguas al "Patrón Mono", nombre desconocido por estos lares pero reconocido por los ribereños de la parte norte del país para hacer referencia al caudaloso río Cauca el segundo más importante de Colombia.
Aquella pequeña ventana abierta hacia mis recuerdos era real, estaba ubicada en la cocina de la casa, era tan vieja o más que "pacho" mi suegro que murió a la edad de 98 años y de cansancio en la plenitud de su conciencia porque "no le dolía una muela", jamás lo conocí tirado en una cama por alguna enfermedad, era un roble, un infarto le ganó la apuesta por llegar a los 100 años, pero vivió a plenitud su larga y rica vida en vivencias, era una especie de "Francisco el hombre", además, porque así se llamaba el viejo y querido "pacho", me fascinaba hablar con él, me enseñó muchas cosas que un hombre a su edad tiene como fuente de sabiduría.
Esa pequeña ventana era la ruta hacia el pasado, no había otro camino distinto a seguir porque siempre pensaba en cómo iniciar esta historia; un día como suelo hacerlo me paré allí y empecé a cavilar mis cuitas, me dí cuenta que estaba parado en la dimensión exacta, (túnel del tiempo), sólo necesitaba dejarme llevar por la regresión de mis pensamientos, esa ruta es real, no estoy inventando nada, es una certeza porque existe y que al cruzarla o coincidir con ella, se crispa el alma y comienzan a bullir los recuerdos, es como un imán que jalona los pensamientos de la memoria para luego convertirlos en reales vivencias, en bellas historias, así es como funciona, así es como se crea el fascinante marco de los recuerdos.
...Y entonces comienza la historia a rebobinar los momentos vividos jamás contados, sólo disfrutados y en el corazón guardados para siempre, son los instantes de la vida que pasan tan rápido como un destello de luz, ahí es cuando tenemos que actuar para inmortalizar esa fotografía y dejarla grabada en la memoria para que nunca se olvide; es muy difícil hacer el ejercicio, y "a veces es necesario olvidar para volver a recordar". 

SEGUNDA PARTE

LA QUIMERA

"Si renunciamos a la fantasía renunciamos a nosotros mismos"
Gabo

Mi memoria es prodigiosa, recuerdo con mucha claridad mi niñez, nuestro lar paterno era una inmensa casona de arquitectura Antioqueña cuya  puerta de entrada tenía un hermoso capitel y que daba paso a un zaguán amplio muy largo con altas paredes blancas muy bien cuidadas, la sala era espaciosa e iluminada por una marquesina que dejaba filtrar la luz natural del sol, en las limpias y claras noches podíamos observar la luna y las estrellas y volar con las lecturas infantiles que siempre nos leída nuestro padre Luis Enrique antes de irnos a dormir.
Vivíamos felices nuestra niñez sin límites y soñábamos con seguir siendo niños para siempre, en vacaciones correteábamos sin miedo por las fincas vecinas, jugábamos a la guerra con espadas de madera y sacábamos bolas de cristal de los arroyuelos con trompos tirados con pita, creímos ser el enmascarado de plata montados en un gran caballo de palo, santo el luchador enmascarado, el charrito negro con pistolas de plástico, mandrake el mago, en fin, éramos soñadores de quimeras irrealizables.
Nunca conocimos un porro de mariguana y menos los venenos que usan hoy en día muchos niños y jóvenes de esta nación caída en el extremo de las aberraciones, del delito y la droga, del homosexualismo y el libertinaje, éramos chicos honrados, buenos hijos y excelentes amigos, el respeto hacia nuestros mayores era una premisa además de acatar y obedecer. Las vacaciones llegaban cargadas de expectativa, a mitad de año y al final gozamos de la libertad y la tranquilidad, teníamos equipo de fútbol infantil, y jugábamos en nuestra propia cancha situada en la finca la "cabaña", salíamos hacia la vereda el "Águila" por donde pasaba la quebrada del mismo nombre, nadamos todo el día y regresamos en las horas de la tarde al pueblo. 
Crecimos en medio de una hermosa quimera y sueños irrealizables, fuimos niños inocentes de verdad, creíamos que el niño Dios traía los regalos de navidad y que la cigüeña transportaba en su enorme pico a los bebés hermanitos, en resumen..., nuestros padres nos dejaron ser niños, no sé si esa crianza era buena o mala, jamás tuvimos la tecnología que hoy en día le ha arrebatado la esencia al ser humano, dejamos de ser más racionales para volvernos más autómatas, más irracionales y menos seres humanos, más indolentes y menos sociables, la tecnología nos ha robado nuestra intimidad, los valores ya no cuentan porque se han tergiversado, no sé si es que piense como un retrógrado o como un cavernicola, pero me siento atropellado cuando alguien se abroga el derecho de indignarme como si fuera un paria cualquiera por medios tecnológicos sin que pase nada.
Hoy existe menos capacidad de asombro y más capacidad de menos precio por nosotros mismos, no somos más inteligentes porque dependemos artificiosamente de un celular o de un computador, no sabemos hablar, escribir ni pensar _  ¡para qué! _ ¡si mi PC piensa por mí!. 
Pero no todo es malo, aquella generación de los millennials son otro tipo de muchachos muy inteligentes que nacieron por allá a finales de los 70s hasta el otro final del siglo 20, son irreverentes, recalcitrantes pero muy "pilos", emprendedores, son los genios que salvan la generación humana, están en todas la ciencias modernas empujando y tratando de salvar al mundo de la hecatombe.
Este intermedio en el que me he metido era necesario para entender el cambio que sufrió mi pueblo en el tiempo en que no estuve viviendo en él, fueron 30 largos años en los cuales regresé sólo un día para asistir al funeral de mi suegra Rosita, una matrona sublimemente querida por sus hijos y todo su entorno y la comunidad Belalcazarita, vivió como su esposo "Pachito", una vida llena de virtudes como ser humano, también su recompensa fue la longevidad.
El Belalcázar en los inicios de los años 50s, era un villorrio de escasos 1000 habitantes contando su área urbana y rural, sus calles estaban cubiertas de calicanto y piedra o por material de río afinado; las grandes casonas construidas por los colonos Antioqueños tenían balcones desde donde pendían floridos jardines, sus adentros los constituían espaciosos zaguanes y grandes salas con marquesinas, habían hasta 7 estancias o habitaciones también muy amplias, los recursos que se utilizaban como materiales de construcción era el estiércol de ganado o "boñiga" mezclado con agua y tierra formando una especie de cemento que se empotraba dentro de un entramado de guadua, este tipo de construcción se conoció con el nombre de "tapia o bahareque", hoy aún existen en el pueblo y subsisten al paso tiempo y a los 130 años desde la fundación del municipio. No teníamos acueducto, el necesario y vital líquido era traído de 2 nacimientos de agua, uno llamado la "poceta" que hoy continúa manando y otro conocido como el "chorro de don Pompilio"; la energía no existía, sólo dos generadores de propiedad privada, el de la parroquia, y el que estaba situado en el almacén de don Luis Enrique Herrera Villegas (mí padre), el resto del pueblo se alumbraban con velas provenientes de dos fábricas llamadas "Samuel cebo, y la del mudo Restrepo".
Las familias se reunían muy temprano en la tarde para la cena y después a dormir, no había nada más que hacer, no teníamos televisión, además porque tampoco existía este medio en el país, leer en la noche era una odisea, realizamos las tareas escolares apenas salíamos de la escuelita, me imagino que por eso había tanta explosión demográfica <las cobijas se calentaban demasiado rápido>. Así fuimos creciendo ante la dejadez del desarrollo y la inconsciencia del Estado que sólo sabía que los pequeños pueblos existían en los acontecimientos electorales.

TERCERA PARTE

LA VIOLENCIA Y MARGINAMIENTO 

«La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar».

Eduardo Galeano

En una larga crónica y extensa anterior a este ensayo (Calilla, Gorgona, Historias habladas, blogspot/bitacorasinfinal) compuesta por 8 partes, allí puedo narrar de manera detallada lo que ocurrió entre los años 1948 a 1958 épocas aciagas del estallido de la violencia en la nación y cómo o de qué manera su espectro pudo llegar hasta nuestro pueblo para arrasar con la paz y la tranquilidad y acabar con su emporio agrícola y comercial, en este ensayo haré una somera referencia de este hecho.  
Belalcázar vivió una época dorada de brillo y prosperidad, nos ubicamos en los años 40s hasta finales del 60; el pequeño pero próspero municipio era un emporio agrícola y comercial, se habían construído dos trilladoras de café, una llamada "La Manuela", donde hoy funciona la Cooperativa de Caficultores de Belalcázar y otra, "La Córdoba", ubicada en la plazuela que tiene su mismo nombre, en la parte trasera de la escuela "Manuela Beltrán" funcionaba una fábrica de gaseosas llamada "La Marina", hoy aún se encuentran vestigios de su infraestructura.
Los sábados el pueblo bullía de mercaderes provenientes de todas partes, ese día era especial porque la población aumentaba ostensiblemente, salían los campesinos a hacer el mercado y a comprar las baratijas que en cada esquina ofrecían "los mercachifles", o los nigromantes (adivinos) que aprovechaban a los ingenuos para hacer su "agosto", desde aquellos que le soban la calavera a un mico hasta hacerle brotar humo o el arúspice especialista en la numerología y el horóscopo y que utilizaban un pequeño loro, lo introducían en una cajita para que éste con su pico sacara un papelito que contenía exactamente el indicativo de su prosperidad. Yo era un chico de 7 años y me asombraba con lo que hacían los magos y brujos y admiraba al saltimbanqui que podía pasar montado en una bicicleta por encima de una cuerda amarrada de lado a lado de la esquina; las cantinas y bares se atestaban de campesinos que se emborrachaban al son de los tangos de Carlos Gardel  y las canciones carrilera de aquellos años.
Así pasaba el tiempo mientras que el transcurrir de la vida giraba en torno a las ocurrencias de nuestros personajes típicos y memorables como "Murrio, Tolosa meee, Magín, la perra de Medellín, repeso, paisanito, el mudo Restrepo, Luisa Torres, entre otros muchos hermosos e inolvidables figuras pletóricas de dires y diretes que escribían con su genial y original forma los trazos inmateriales de la memoria histórica de este pueblo. 
El tiempo se detuvo por muchos años en Belalcázar, esa es mi percepción, después de lo vivido por tantas décadas entre la prosperidad y la violencia, llega después el abandono del Estado, Belalcázar quedó invisibilizado y borrado del mapa, la violencia dejó el lastre de su ignominia oculta entre la hojarasca y olvido, fue un largo período de dejadez y marginamiento, con la violencia también quedaron sepultadas las ambiciones presentes y futuras de un pueblo que se acostumbró a vivir de sus propios recursos, la construcción de la carretera troncal de Occidente unió al sur con el norte del país incluyendo Antioquia y la costa Caribe, pero aisló por completo a nuestro municipio del desarrollo, los mercaderes que viajaban rumbo al norte y que se veían obligados a pasar por el pueblo y lo utilizaban para pernoctar y por su puesto también era la oportunidad para negociar sus mercaderías jamás volvieron, con el aislamiento del pequeño pueblo comenzó el desmonte de la industria y el comercio, acompañado de la diáspora muchos de sus habitantes abandonaron sus parcelas y sus ranchos quedaron abandonados en la huida por el desplazamiento forzado, Belalcázar sumido en el terror partidista sucumbió a la escalada de la ignominia que también se fue regando como sombra del mal por todo el sur y centro del país. Las décadas del 50 a pesar de su brillo y el 60 después del hado violento, el pequeño municipio perdió su norte por el abandono estatal, fueron muchos años de atraso donde la capital Manizales dejó tirado en su propio destierro a un pueblo inmerecidamente vejado y maltratado por su destino.

CUARTA PARTE

FELIZ NAVIDAD

«Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos».

Eduardo Galeano

Cientos de recuerdos persisten en la memoria, sabores, olores y sonidos característicos, todo en un mismo contexto, las fiestas decembrinas, las navidades, añoro aquellos tiempos cuando nos reunimos en casa toda la familia para esperar que el niño Dios naciera a las doce de la noche y luego desempacar nuestros regalos, el olor a pólvora quemada impregnaba nuestro cielo, la natilla hecha por mi madre, el exquisito olor a buñuelo, el sancocho de gallina, todo era hecho por ella y nos ofrendaba con amor sus fórmulas mágicas de la culinaria ancestral.
Pero todo va pasando y quedando atrás, crecimos en una época matizada por la felicidad y el dolor, en un pequeño pueblo inmerso entre la desgracia y la esperanza, poco a poco, Belalcázar fue superando su ominoso pasado y desde esos aciagos días a la fecha, nuestro "pueblecito" supo coger de la mano su dolorosa y transida experiencia para transformarse en un municipio con un inmenso futuro, sus habitantes nacidos allí más otros provenientes de lejanas tierras y que hoy son Belalcazaritas por adopción, han sembrado sus raíces para quedarse para siempre aportando heredad, trabajo, riqueza e incrementado un importante patrimonio, nuestros jóvenes prominentemente empoderados y que a pesar de la falta de oportunidades laborales trabajan con la esperanza de un mejor porvenir.
Muchos de sus habitantes sobretodo los jóvenes y aún los de edad madura no conocen su historia porque no los mueve hacerlo o simplemente, porque no existe los anales que la cuenten; faltará mucho por contar en este ensayo que se extenderá en el tiempo en la medida que este narrador de historias subsista al paso del tiempo. Belalcázar ama a sus hijos, y espera de ellos que el sentido de pertenencia y las letras indelebles que se escriban de ahora en adelante, sirvan como valioso instrumento ante la arremetida de las adversidades, y no dejar que su rica epopeya no escrita aun, siga perdida entre las viejas paredes de tapia, o en cualquier fría esquina del pueblo. 

"Un pueblo que no conoce su historia jamás tendrá presente"

Las reseñas históricas son recuerdos y con ellos se entreteje la memoria.

"Caminante son tus huellas el camino, y nada más, caminante no hay camino, se hace camino al andar, al andar se hace el camino".

Machado

Ensayo

"EVOCACIONES DE UNA EXPERIENCIA SIN TIEMPO"
Autor. 

Rubén Darío Herrera Tangarife

Belalcázar Caldas, Colombia.
29 de febrero de 2020