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viernes, 21 de agosto de 2020

RETRATO DEL HOMBRE POBRE

 

RETRATO DEL HOMBRE POBRE

La riqueza no viene por la disminución de la pobreza sino, por la multiplicación de los deseos”

No es lo mismo ser un hombre pobre, que un pobre hombre. Los pensamientos valores y actitudes conforma nuestra propia piel; quien entiende de respeto, extiende puentes de amistad y consolida ese maravilloso vínculo con los demás, por el contrario, el que no sabe de respeto camina por un puente inflexible que se rompe con el peso del egoísmo y cae al abismo de la orfandad social.

Relato.

Por las estrechas y empinadas calles de mi pueblo, hace años, aproximadamente 30 años o un poco más, un joven hombre pobre empujaba diariamente una carreta vendiendo plátanos de casa en casa; me pregunto: __ ¿Qué pensaba aquel muchacho pobre mientras ofrecía su humilde producto? __ ¿No sé cuántos kilómetros anduvo, cuántos días soportados de sol y lluvia, cuantos años de fatiga pasaron, cuántos desgastados pares de zapatos raídos y rotos, cuántos racimos de frutas vendidos o tirados a los cerdos por falta de quién comprara? __ ¡Cuántos sueños frustrados y cuántas historias vividas, para años después, rebobinar esos momentos en su mente, y en una situación totalmente distinta!

Este muchacho pobre, luchador, obstinado, predestinado, laborioso, honrado consigo mismo y con los demás, tuvo que haber tenido en su joven pensamiento, valores, actitudes y aptitudes que se fueron tallando en su piel como un tatuaje imperecedero donde quedó marcado para siempre, el respeto, el amor por el trabajo honrado y el de los demás. Hoy, después de trasegar la vida luchando a brazo partido, “el retrato de aquel muchacho pobre” sigue aún intacto, y entre su piel, está el mismo marcado tatuaje de humilde ser humano, lleno de valores, satisfacciones y riquezas espirituales y materiales así como los deseos de servicio a la comunidad campesina, de donde nació, creció y se debe...

Don Germán Restrepo, “mancha”, para unos, patrón para otros, sr. empresario para los empresarios, pero ante todo, el sencillo ser humano sobre el cual gira la economía de Belalcázar Caldas, un municipio netamente agrícola, “mancha”, es el artífice de la nueva y variable cadena productiva del plátano, el banano, el aguacate, el tomate, los cítricos que han reemplazado en gran parte el monocultivo del café, fuente inequívoca de los propietarios y campesinos Belalcazaritas por décadas anteriores cuando este producto hacía parte del segundo reglón económico del país. A esta cadena productiva pertenecen hoy cantidades de familias campesinas y propietarios de fincas medianas y pequeñas, trabajadores trashumantes, muchos de los cuales se quedan a vivir para siempre en nuestro suelo y que devengan el sustento directa o indirectamente de la empresa “El Planchón” de propiedad de Germán Restrepo, en la cual tienen un profundo e importante arraigo sus aliados comerciales, éstos, se han visto beneficiados por la garantía de pequeños y medianos prestamos sin intereses, asesorías agrícolas, venta de abonos a precio de sustentación, y por la compra de sus productos a precios reales de acuerdo al mercado. La vida de “Mancha” no ha sido ajena al virus de la política, pero él sólo lo ha hecho por causas altruistas, y sin quererlo, fue la política la que llegó a él y no al contrario, es decir, no actuó para lucrarse personalmente, lo ha hecho sólo con el ánimo de servirle a su pueblo; pero esta faceta de verdad no nos interesa en esta pequeña pero sentida micro-crónica, porque es sólo un pequeño eslabón de su personalidad; estamos es hablando del hombre, del ser humano, no de la fatua y deleznable política mal concebida.

Colombia pasa por momentos muy difíciles social y económicamente, y nuestro municipio no puede ser ajeno a esta pandemia, en Belalcázar tenemos un elevado desempleo que pasa ya del 25%, el comercio había cerrado sus puertas, pero fue hasta hace poco que comenzó a reabrir las puertas del comercio, no todos, porque muchos tuvieron que cerrar o entregar los locales por la situación económica por todos conocida: Germán Restrepo “Mancha”, hizo lo contrario, le abrió las aldabas a la esperanza y le quitó los cerrojos a las puertas de su empresa “El Planchón”, y como si nada hubiera pasado, continuó de la mano trabajando con sus compañeros campesinos, comprando las cosechas, garantizando puntualmente sus pagos y empujando la economía del pueblo con fe y compromiso con sus aliados comerciales.

Hoy, Germán Restrepo “mancha” para todo Belalcázar, y patrón para sus empleados, es el ciudadano de bien, altruista, que se acerca a las necesidades de su gente y trata de suplirlas de la mejor manera posible. Belalcázar necesita de muchos “manchas”, ojalá hubieran tantos como las cantidades de plátanos que comercializa Don Germán Restrepo.