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martes, 20 de diciembre de 2016

EL PUEBLO QUE YO CONOCÍ...



EL PUEBLO QUE YO CONOCÍ...

Por aquellos tiempos aún chiquillos, solíamos encontrarnos en las extramuras del pueblo, sólo nosotros los amigos sabíamos dónde quedaban las guaridas, allí pasábamos juntos gran parte de nuestras traviesas vidas, alejados del bullicio del pueblo, soñábamos con ser el enmascarado de plata, Masiste, el Charrito de Oro, en fin, esos personajes de moda en nuestra época, los cuentos de Cosiaca y Pedro Rimales, los mismos cuentos con los que seguramente se rieron también nuestros padres y abuelos, no existía la televisión y la radio era "jarta" para nosotros, aunque no perdíamos la radionovelas de Kaliman y Arandú. Leímos la pequeña Lulú, Mafalda, Supermán, Mandrake el Mago y el infaltable Tarzán.
Unos años más adelante, todas las chicas y chicos vivíamos donde todo giraba alrededor del café, este era la fuente de ingreso de todo el pueblo, y aquí disfrutábamos de una época dorada, los ricos del país eran los caficultores y obvio que esto se trasladaba a los pueblos y campos de la nación. Muchos de aquella época logramos conocer los arrieros símbolo de una cultura que ya no existe, los locales en cosecha era repletos de café y pasilla, y los bares del pueblo servían como despacho de planillas para pagarle a los campesinos los jornales, las calles bullían de gentes venidas de todas partes, los mercachifles aparecían vendiendo cualquier baratija, y así pasaba el tiempo o mejor el tiempo se quedaba sin pasar, porque en el pueblo no había ningún afán...
A esas épocas de niñez y adolescencia pertenecen otros personajes que se fueron adhiriendo a la historia del pueblo y con ella formaron inequívocamente un sentido de pertenencia, otra cultura, una especie de leyenda que ha perdurado al paso del tiempo y que fueron formando lo que podríamos llamar otra memoria histórica que hace parte íntegra de nuestra cultura. Y este es un género de la literatura, cada vez que el cuentero irrumpe se refresca la épica, la epopeya que forma parte de la imaginación, del ingenio, de la novelística y la poesía, como cualquier otro género.

FILOMENA.

A esos tiempos de nuestra niñez y adolescencia pertenece "Filomena", un personaje de caminar pausado, elegante, siempre con zapatillas blancas impecables, de figura fina y de pequeña estatura, de oficio "guarnecedor", mejor dicho zapatero; acostumbraba a pasearse por el centro como un "dandy" ante el estupor de los imberbes del pueblo.
Así como este excéntrico zapatero había otro personaje también con nombre de carnicero descuartizador, "Sangre Lazo", hombre de regular estatura, de mirada fija pero serena, tranquilo, pálido como un cadáver, bebedor consuetudinario y fumador empedernido; su oficio le hacía honor a su estrafalario apodo como para una novela misteriosa de Ágatha Christie, era el encargado de abrir a los muertos en el anfiteatro (morgue) del hospital, experto con el cuchillo, le abría la cabeza a un finado con un mango-sierra como si fuera un coco, a la hora del almuerzo, se sentaba a un lado del cadáver como si nada, a disfrutar de su frugal comida.
Filomena trabajaba en el día fabricando y remendando zapatos y en las noches salía como ave de mal agüero en busca de su carnada, se mantenía en la entrada de los bares y buscaba la amistad de los muchachos ingenuos entre doce y quince años, les ofrecía trago y cigarrillos de mariguana; como se dice hoy en día, Filomena siempre vivió fuera del closet, aunque parece ser que su pedofilia era muy bien disimulada, era sumamente educado, de buenas maneras, seductor incorregible, de hablar pausado, y de la misma manera un experto con el cuchillo, veloz como una saeta, decían los que lo conocieron de cerca, que solía enfrentarse a varios hombres armados y salía sin rasguño alguno.
Con Filomena se cumplió la impertinencia de alguien sin oficio que llegó a decir "Cacorro intelectual se va pál cielo". Debe estar en el paraíso cazando ángeles ingenuos para ofrecerles trago y mariguana.
Sangre Lazo fue un bebedor de largo aliento, excelente conversador, jamás lo vieron borracho a pesar de que era alcohólico, fumador pesado de cigarrillo y de mariguana, solo usaba cigarrillos de marca Americana Lucky Strike o Camel, con su inseparable socio el "Capitán Vallejo" (Edgardo Vallejo), otro personaje intelectual de largo aliento, excombatiente de la guerra de Korea y condecorado, se quedaban días enteros bebiendo botella tras botella de aguardiente en sus copas especiales de plata, grandes conversadores y conocedores de tango arrabalero y milongas.
Estando yo muy chico presencié un combate a cuchillo, así como escribo, duelo a cuchillo limpio entre Sangre Lazo y Filomena su eterno enemigo, Sangre Lazo no consentía la pederastia del bravo Filomena; cincuenta años después, siento que se me arruga el alma al ver desangrándose en el piso a Lazo, creo que el hilo de sangre era lo último que le quedaba en las venas, Sangre Lazo no murió en ese trance y más adelante cuentan que Filomena se desterró del pueblo porque lo iban a matar...

¡Esta crónica continuará...!