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sábado, 6 de julio de 2019

"CALILLA", QUINTA PARTE


QUINTA PARTE
GORGONA, HISTORIAS HABLADAS
"CALILLA"
EL SUPLICIO
Son muchas las cadenas que la justicia me ha colgado al cuello, pero las que más pesan y aprietan, son aquellas que he tenido que cargar por delitos que nunca he cometido, las arrastro a todas y también las rompo con valor y resignación. Esta isla hermosamente maldita a donde llegan a pudrirse los peores criminales de este país también ha sido castigada por los horrores de la guerra junto con todos los hombres condenados y guardianes, estos últimos, también escogidos y castigados por faltas a la disciplina carcelaria y llevados allí, para que paguen casi de igual manera la misma condena de los criminales. La isla Gorgona, la bella durmiente del pacífico Colombiano, estuvo condenada a ser el escenario de una cárcel miserable y también el pozo séptico de una guerra todavía más miserable porque fué habilitada para que allí llegue la peor escoria de la sociedad Colombiana. Creo que su maldito lastre lo hereda de su espeluznante nombre en Griego: "Gorgo" que quiere decir "terrible", despiadado monstruo femenino o deidad protectora, La Gorgona en vez de su cabello llevaba un racimo hirsuto de serpientes venenosas entrelazadas, quien osara mirarla quedaba petrificado.
Ya afuera pescando o cazando entre la manigua, desde allí, se oían los lamentos de los condenados a los que sometían a crueles suplicios e infamias, era la degradación del hombre contra el hombre; muchos murieron después de ser desmembrados vivos para luego ser enterrados en cualquier parte o simplemente tirados en medio de la oscuridad de la noche para que sirvieran de alimento a las fieras de la selva.
Las provocaciones, los insultos y humillaciones era el pan de cada día en este infierno llamado Gorgona, el irrespeto a la dignidad que si bien los condenados perdían incluso el derecho a su propio nombre y a sus prioridades como ser humano, parecería que tampoco tenían derecho a la rehabilitación, y no lo tenían, porque hasta la misma sociedad descansaba cuando por los medios de comunicación se avisaban "que próximamente saldrá un nuevo contingente de criminales hacia Gorgona", decían:" bendito sea Dios porque en ese lugar pagarán sus penas o pudrirán y serán comida para los tiburones". La sociedad ya los tenía desterrados ¿Y cuando a los muchos años de pagar sus condenas con la justicia y la misma sociedad a dónde llegaban, que ocurría?
El 16 de septiembre de 1960 llegaron los primeros condenados a Gorgona, entre ellos estaba "calilla", tenía que pagar 25 años en esta prisión de alta seguridad perdida en la inmensidad del océano y entre la manigua de la selva y a 35 kilómetros del litoral, "llegamos al muelle donde fuimos recibidos por un teniente de la policía, un tal Castillo, un vulgar asesino que no dudaba en apretar el gatillo,
"No te has desvanecido,
las letras de tu nombre
son una cicatri
z que
no se cierra, un tatuaje
de infamia sobre ciertas
frentes". Octavio Paz
"Dejé mi nombre y mi vida anterior al llegar a Gorgona, sólo entra en la maldita prisión un ser desposeído, sin presente y menos sin futuro, un animal condenado con el número 138".
Ni siquiera la iglesia Católica tenía acceso a ella, no porque estuviera restringido, sólo llegaban a dar misa cada tres meses hasta la entrada de la prisión, los curas nunca entraron porque nosotros los 659 presos  no teníamos derecho a oír misa, habíamos quedado invisibilizados incluso para Dios...,
La cotidianidad era insoportable, la asfixia duele, destruye, cuando nos dan el uniforme nos deshumanizan y reemplazan nuestro yo por otro más malo, nos violentan por dentro y multiplican nuestro instinto asesino; me siento haciendo el papel de estúpido cada vez que me agreden y no respondo, eso es lo que ellos quieren, que reviremos con violencia para que los malditos guardianes tengan el pretexto para torturarnos".
Esta crónica continuará...

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