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sábado, 11 de marzo de 2023

 

LA AUSENCIA ES EL INICIO.
Micro-crónica
(La cuarentena)
Desde ese día miércoles 25 de marzo de 2020, el silencio nos acogió en su santuario, y alzó la voz para determinar nuestros propios horrores, todos pudimos escuchar al silencio como el protagonista de una tragedia que no ha finalizado hasta el momento. Todo se transformó, ese día fue algo atípico, raro, triste, el cielo cambió de color, las nubes no dejaban que el sol iluminara los días, sobre este efecto, el invierno seguía teniendo un frío más intenso.
Un miedo tenaz nos invadió, y nos sentimos solos, abandonados, yo jamás había estado tan frágil. A pesar de estar juntos mi mujer y yo, llegó a hacernos compañía la ausencia…, la ausencia de nuestros hijos, la ausencia de todo…, la ausencia de nuestra propia libertad. Con los ojos cerrados lloré de impotencia por nosotros mismos. Recuerdo que esa primera y temerosa noche comenzó a llover, unas gotas minúsculas que no caían sino que entraban por los ojos y salían por los poros del cuerpo hasta llegar a mí lápiz, con esa salada agua, comencé a escribir.
Estamos solos:
Comenzamos a respirar con los ojos cerrados. Comenzamos a morir con los ojos cerrados y tristes. ¿De qué ha valido tanta vanidad en el hombre, tanto poder acumulado, tanto odio y ruindad, si una nimia forma informe nos está matando lentamente? Para ser, para estar, hay que bajar. Hay que estar en lo más hondo, aprender a vivir escarbando en la tierra húmeda y seca, escuchando el trinar de los pájaros el 25 de marzo y todos los días de la vida. Escuché un raro ruido en la huerta, era mi amigo el sapo, el depredador biológico que estaba escondido entre las plantas, hinchaba y deshinchaba su protuberante garganta, trataba de decirme: ¿Por qué estás triste, qué ha ocurrido? __ El sapo ignoraba la tragedia, era solo un sapo.

Belalcázar Caldas, marzo 09 de 2021




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