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domingo, 1 de mayo de 2016

CRÓNICAS DE MI PUEBLO





CRÓNICAS DE MI PUEBLO


En aquellos tiempos cuando era aun pequeño y andaba correteando por las empinadas calles de mi pueblo sin camisa ni zapatos, "desgualetado" como decía mi madre, llegaban procedentes de cualquier parte los saltimbanquis, volantineros, prestidigitadores y titiriteros que mostraban sus audacias entre canciones en las esquinas atestadas de campesinos que salían desde sus parcelas a hacer el mercado y luego a libar en las cantinas acompañados por las nostálgicas canciones de Caballero Gaucho, los Cuyos y Carlos Gardel, para luego regresar "jinchos" de cerveza y aguardiente a sus ranchos.
El sábado era mi día favorito, disfrutaba como todo niño de la vida agitada de mi pueblo, me acercaba a los corrillos de gentes que se apretujaban para ver al mercachifle de cada ocho días, el "culebrero", haciendo conjeturas de cómo espantar el mal de ojo a los niños y de qué manera sacarle un sapo de la barriga a una fulana por un maleficio que le hicieron por haberle quitado el marido a doña zutana, o de adivinar el futuro frotando la calavera de un mico hasta que le saliera humo por los vacíos donde alguna vez tuvo ojos, yo perplejo mirando por el entramado de las piernas de los asistentes que igualmente estaban absortos ante el inigualable acto de superchería; hoy, después de muchos años, aun no he podido explicarme la atracción que ejercía en mí este fantástico personaje que podía predecir el futuro con tanta precisión, consultando al arúspice que era un lorito metido en una pequeña caja el cual escogía el horóscopo con su pico y lo entregaba con tal exactitud a algún campesino cliente del "culebrero".
El pueblo bullía de gentes por todas partes, llegaban los "misteres" provenientes del medio oriente con sus perfumes de sándalo, telas indias y vendían todo al fiado, personajes que luego se convirtieron en los nuevos dueños de las mejores tierras cafeteras y ganaderas de la región, llegó el comercio, Belalcázar tomó vuelo y se erigió como la perla del bajo sur-occidente de la región, se crearon fábricas de gaseosa, velerías, trilladoras de café, y el pueblo comenzó con una gran dinámica como emporio comercial y agrícola.
Y con el desarrollo se crearon las clases sociales, los ricos eran los ricos y los pobres, zarrapastrosos; se fundaron los clubes, social y de leones, donde sólo los potentados tenían acceso, la aristocracia era dueña de su espacio, sus bellas casas con estilo colonial antioqueño eran adornadas en su interior con inmensas arañas que se colgaban de sus salas y comedores, lo mismo que su cristalería de Bavaria provincia de Alemania, sus balcones adornados con jardines colgantes demarcaban el territorio, la sociedad conservadora y de una acendrada fe Católica ejercía su rol, los matrimonios entre gentes de la misma alcurnia se celebraban con gran alborozo y eran anunciados con meses de anticipación en un entorno de fastuosidad sin límites, las fiestas en los clubes sociales para el agasajo eran precedidas con el ritmo de las mejores orquestas de la época, a las fiestas eran invitados no sólo los personajes del pueblo, sino también de otras latitudes, estamos hablando de los años 40s a los 60s, épocas de total esplendor.
Pero tenía que llegar el cambio ¡y de qué manera...! se construyó la carretera troncal de occidente, los transeúntes que viajaban del sur de país hacia Medellín y la Costa Atlántica y viceversa y que se veían obligados a pasar por el pueblo y pernoctar allí, utilizaron esta nueva ruta, Belalcázar quedó relegado de su importancia, esto causó el desmonte de toda la infraestructura comercial; con el cambio llegó la violencia y como "la hojarasca de cien años de soledad" cubrió con su yesca maldita cualquier vestigio de la otrora provincia de paz y desarrollo.
Todo cambió y para siempre, el municipio se convirtió en un pueblo fantasma y no podía ser de otra manera, la ola de violencia que azotaba la nación con la muerte de Gaitán arrastró los ímpetus guerreristas y partidistas y su espectro llenó de espanto e inquietud a un pueblo inerme y desprotegido, acostumbrado a vivir en paz y armonía y como decía Gabo "donde la gente se moría de vieja o de alguna enfermedad consuetudinaria".
Llegó la violencia con toda la fuerza destructiva, los partidistas se convirtieron en auxiliadores de las masacres y el desplazamiento, asociaban cualquier acción contraria con el fanatismo delirante, la gente por un color de la bandera contrario era sometido a la fuerza arbitraria y desposeído de sus propiedades y pertenencias, sus tierras eran quemadas, arrasadas y desocupadas a bala y terror.
Los habitantes que pudieron se desplazaron a ciudades vecinas y a otros sitios allende su destino, y así, el pueblo no sólo perdió su raigambre, también su pasado, presente y asumió un futuro incierto, se fue transformando en un municipio olvidado y sólo quedó en el mapa como referencia de un pequeño punto de la geografía colombiana.
Así como llegó la violencia, la paz se impuso sobre la ignominia de la guerra, la tragedia sin límite no era la costumbre ni mucho menos la idiosincrasia de un pueblo acostumbrado a vivir en paz; el fantasma de la violencia se fue marchando de la región dejando a su paso dolor y desesperanza, lo que el viento no se pudo llevar en tantos años de guerra y tragedia, quedó tendido en el suelo oculto entre la desidia y el desprecio por un estado ciego, sordo y mudo, además porque fueron varias décadas en las cuales nuestro querido pueblo quedó sumido en el olvido Estatal.
Cientos de recuerdos persisten en la memoria, un sabor, un olor, un sonido, todo en un solo contexto, recuerdo con nostalgia las navidades, los regalos del niño Dios, las fiestas decembrinas, añoro aquellos tiempos cuando nos reuníamos en casa toda la familia, el olor a pólvora quemada impregnaba la noche, la natilla hecha por mi madre, el exquisito olor a buñuelo caliente, el sancocho de gallina, todo era hecho con amor por ella y nos ofrendaba con cariño sus fórmulas mágicas de la culinaria ancestral.
Todo pasó y todo cambio, también para siempre, fueron quedando atrás los gratos y duros momentos, pero las vivencias siempre persistirán en el tiempo, crecimos en una época matizada por la felicidad y el dolor, inmersos entre la tragedia y la desesperanza, pero de la misma manera Belalcázar fue superando su pasado ominoso, y desde la época aciaga a la fecha nuestro pueblo se ha transformado y hoy es un bello municipio con gentes buenas, honestas y laboriosas y aunque muchos de sus hijos, sobre todo los jóvenes no conocen su historia, creen y con fe ciega en el presente e inmediato futuro y todos los hijos Belalcazaritas confiamos plenamente en que nuestro sentido de pertenencia sea un instrumento valioso para anteponerlo a la adversidad.
"Un pueblo que olvida su pasado, jamás recordará su presente", es una verdad de apuño, porque su memoria se extravió en los recovecos de la historia o sus anales nunca existieron y peor aún quedaron enmohecidos en un rincón o entre los entre-paños del olvido.
He tratado de encontrar reseñas históricas que confirmen la veracidad de algunas informaciones y no he podido hallar ningún dato serio y cronológico, sólo acudiendo a relatos y narraciones del colectivo que de todas maneras alteran la verdad con respecto a la realidad de los hechos.













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