NO QUIERO SER CALAVERA
¡Cuando muera...! dejadme morir en paz,
no velen mis andrajos,
no quiero rezos que atormenten el espíritu,
no encapillen ni amortajen mis despojos,
no quiero sepulcros blanqueados
ni adornados con celosías,
no merezco tanto aprecio.
¡Cuando muera...!
saldré rápido del cuerpo
antes que se vuelva putrefacto,
y para evitar tan desagradable acto,
es preciso que me cremen
y me friten en el horno del hornero,
allí..., donde el cuerpo ya no es cuerpo,
es sólo barro.
Es tan cierto el destino de este hombre,
como es verdad el destino de tantos otros,
sólo que, prefieren esperar tanta miseria,
con los años que van pasando en el olvido,
porque al final, le temo más al
olvido que a la muerte.
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